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Encuentros con lo Sublime- Jose Luis Navajo

Encuentros con lo Sublime- Jose Luis Navajo

NOCHE DE LUCHA, DÍA DE VICTORIA.
Antes de entrar en la escena.

Hoy el día amaneció con un sol bravío e inflexible. Por fortuna, me encontraba cerca del mar, y hacia allí dirigí mis pasos. Pocas cosas me inspiran tanto como caminar por la orilla con la brisa marina en el rostro y las olas bañando mis pies.
En eso estaba cuando, sorpresivamente, un pajarillo se precipitó en el agua, justo delante de mí. El siguiente maretazo lo revolcó sobre la arena y luego lo succionó; aquella ave batía sus alas con desesperación, intentando retornar a la orilla.
Cuando lo tomé en mi mano, aprecié que era un gorrión de pico naranja. Se dejó llevar con docilidad y lo deposité en tierra seca. Enseguida sacudió sus alas, liberándose del agua y del barro, se atusó y se echó en brazos de la vida como si
nada hubiera pasado.
Me senté en la orilla, pensativo, y mientras el agua refrescaba mis piernas medité en tres errores que cometió el ave y que estuvieron a punto de costarle la vida:
- Confundió su lugar: aquel gorrión no fue diseñado para el mar, sino para jardines de frondosos árboles y rumorosas fuentes.
- Equivocó el agua: el ardiente día requería hidratarse, pero no todo líquido transparente es vital; alguno puede resultar mortal.
-Confundió sus referentes; reparó en las gaviotas que se zambullían en el mar y resurgían triunfales. Quiso emularlas, pero sus alas no fueron proyectadas para eso. Casi a precio de su vida, comprobó que la imitación puede ser una ruleta rusa de consecuencias fatales.
- Imitar al triunfador no siempre nos convierte en héroes, sino que puede convertirnos en cadáveres.
Tres errores que pudieron ser fatales, pero que neutralizó con un supremo acierto: dejarse llevar por la mano que lo sacó del barro y lo devolvió a cielos de libertad. Seguí reflexionando con la mirada fija en la oscilante superficie, y mi mente me trasladó a otro mar, el de Galilea, donde una noche memorable un grupo de pescadores vivió una experiencia difícil que cambió sus vidas para siempre.
Ahora sí, vayamos al texto.
Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos
junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el
de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.
Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros
también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella
noche no pescaron nada.
Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa;
mas los discípulos no sabían que era Jesús.
Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No.
Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces
la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.
Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el
Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa
[porque se había despojado de ella}, y se echó al mar. Y los otros
discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no
distaban de tierra sino como doscientos codos.
Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima
de ellas, y pan.
Jesus les dijo; Traed de los peces que acabáis de pescar.
Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió.
Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a
preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.
Vino, pues, Jesús, y tomó el pan y les dio, y asimismo del pescado.
JUAN 21:1-13
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